domingo, 6 de noviembre de 2011

EPISTOLALA PRESENCIA REAL DE JESUCRISTO EN LA EUCARISTIA

Hola mi hijo querido. Aun sabiendo que por influencia de tu madre estás abrazando el Judaísmo. Tú, cada viernes, en compañía de tu mami y tu hermano menor, al caer la noche, das un solemne comienzo al Shabat con una celebración y una comida muy importante.
Quiero compartir contigo lo que nosotros celebramos. Como te acordarás nuestra reunión es el día domingo en memoria de la resurrección del Señor y que tiene el sentido de consagrar a Dios, el primer día de la semana.
Evocando un largo memorial que tiene sus raíces en el Antiguo Testamento y de manera particular la liberación de la esclavitud en Egipto. No olvides que el Antiguo Testamento lo compartimos judíos y cristianos como Palabra de Dios. Nuestro memorial recoge el significado del trasfondo Veterotestamentario y evoca de manera singular el gesto y la palabra de Jesús realizada en contexto celebrativo del celebración judía de la Pascua; lo que pasa s que Él da gracias y bendice el pan y lo parte distribuyéndolo a sus apóstoles, diciéndoles que es su Cuerpo.
Como tú conoces muy bien el ritual judío, te comento también que Jesús tomó la cuarta copa de vino y se la dio a sus discípulos diciendo que esa era su sangre, la sangre de la Nueva Alianza y que cada vez que se reúnan en su nombre hagan este memorial hasta que Él vuelva a restaurar definitivamente el reino de Dios en su segunda venida.
Por eso, es un tema muy importante para nosotros el tópico de la presencia real de Cristo en el pan y el vino consagrados, que para nosotros ya no son pan y vino sino Cuerpo y Sangre de Cristo.
El Catecismo es un documento de formación sobre la doctrina cristiana algo así como en el judaísmo el Talmud o la Mishna.
Este documento, me refiero al Catecismo, nos enseña:
“El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella "como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos" En el santísimo sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero". "Esta presencia se denomina «real», no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen «reales», sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente" (Catecismo N° 1374).

Esto quiere decir que no es un símbolo o una imagen o una idea de su presencia sino que Él está de verdad presente en el pan y en el vino consagrados.

El Catecismo continúa su enseñanza diciendo que: “Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión”. Así, san Juan Crisóstomo declara que:

No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en
Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por
nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras,
pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo,
dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas” (N° 1375).

Los Padres de la Iglesia son los primeros grandes pensadores, pero, sobre todo, portadores de una Tradición algo así como las tradiciones proféticas. Ellos son los portadores de la tradición apostólica.

Observa el énfasis de la enseñanza insistiendo que la transformación del vino y del pan ázimo en el Cuerpo y Sangre de Cristo no se da por obra humana sino Cristo mismo gracias al sacrificio redentor de la cruz.

Y en este mismo sentido San Ambrosio, otro Padre de la Iglesia enseña:

Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha
producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza
de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición
la naturaleza misma resulta cambiada... La palabra de Cristo, que pudo
hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas
existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las
cosas su naturaleza primera que cambiársela (Cat. N° 1375).

De igual modo, se debe tener en cuenta que: “La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo”.
El gesto de partir el pan es un elemento importante de la celebración eucarística por aquello de que Jesús dio gracias, lo bendijo y lo partió para dárselo a sus discípulos.
Finalmente, recuerda que “en la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de vino, entre otras maneras, arrodillándonos o inclinándonos profundamente en señal de adoración al Señor. "La Iglesia católica ha dado y continúa dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la Eucaristía no solamente durante la misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión" (Cat. N° 1378).
Mi querido hijo es mi deseo y no una orden que algún día vuelvas al seno de la Iglesia Católica y que comprendas las maravillas que el Mesías ha dejado en su Iglesia en la realidad de sus Sacramentos.
Con cariño,

Tu papi.
ciberpastoral@gmail.com