domingo, 6 de noviembre de 2011

EPISTOLALA PRESENCIA REAL DE JESUCRISTO EN LA EUCARISTIA

Hola mi hijo querido. Aun sabiendo que por influencia de tu madre estás abrazando el Judaísmo. Tú, cada viernes, en compañía de tu mami y tu hermano menor, al caer la noche, das un solemne comienzo al Shabat con una celebración y una comida muy importante.
Quiero compartir contigo lo que nosotros celebramos. Como te acordarás nuestra reunión es el día domingo en memoria de la resurrección del Señor y que tiene el sentido de consagrar a Dios, el primer día de la semana.
Evocando un largo memorial que tiene sus raíces en el Antiguo Testamento y de manera particular la liberación de la esclavitud en Egipto. No olvides que el Antiguo Testamento lo compartimos judíos y cristianos como Palabra de Dios. Nuestro memorial recoge el significado del trasfondo Veterotestamentario y evoca de manera singular el gesto y la palabra de Jesús realizada en contexto celebrativo del celebración judía de la Pascua; lo que pasa s que Él da gracias y bendice el pan y lo parte distribuyéndolo a sus apóstoles, diciéndoles que es su Cuerpo.
Como tú conoces muy bien el ritual judío, te comento también que Jesús tomó la cuarta copa de vino y se la dio a sus discípulos diciendo que esa era su sangre, la sangre de la Nueva Alianza y que cada vez que se reúnan en su nombre hagan este memorial hasta que Él vuelva a restaurar definitivamente el reino de Dios en su segunda venida.
Por eso, es un tema muy importante para nosotros el tópico de la presencia real de Cristo en el pan y el vino consagrados, que para nosotros ya no son pan y vino sino Cuerpo y Sangre de Cristo.
El Catecismo es un documento de formación sobre la doctrina cristiana algo así como en el judaísmo el Talmud o la Mishna.
Este documento, me refiero al Catecismo, nos enseña:
“El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella "como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos" En el santísimo sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero". "Esta presencia se denomina «real», no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen «reales», sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente" (Catecismo N° 1374).

Esto quiere decir que no es un símbolo o una imagen o una idea de su presencia sino que Él está de verdad presente en el pan y en el vino consagrados.

El Catecismo continúa su enseñanza diciendo que: “Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión”. Así, san Juan Crisóstomo declara que:

No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en
Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por
nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras,
pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo,
dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas” (N° 1375).

Los Padres de la Iglesia son los primeros grandes pensadores, pero, sobre todo, portadores de una Tradición algo así como las tradiciones proféticas. Ellos son los portadores de la tradición apostólica.

Observa el énfasis de la enseñanza insistiendo que la transformación del vino y del pan ázimo en el Cuerpo y Sangre de Cristo no se da por obra humana sino Cristo mismo gracias al sacrificio redentor de la cruz.

Y en este mismo sentido San Ambrosio, otro Padre de la Iglesia enseña:

Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha
producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza
de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición
la naturaleza misma resulta cambiada... La palabra de Cristo, que pudo
hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas
existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las
cosas su naturaleza primera que cambiársela (Cat. N° 1375).

De igual modo, se debe tener en cuenta que: “La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo”.
El gesto de partir el pan es un elemento importante de la celebración eucarística por aquello de que Jesús dio gracias, lo bendijo y lo partió para dárselo a sus discípulos.
Finalmente, recuerda que “en la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de vino, entre otras maneras, arrodillándonos o inclinándonos profundamente en señal de adoración al Señor. "La Iglesia católica ha dado y continúa dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la Eucaristía no solamente durante la misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión" (Cat. N° 1378).
Mi querido hijo es mi deseo y no una orden que algún día vuelvas al seno de la Iglesia Católica y que comprendas las maravillas que el Mesías ha dejado en su Iglesia en la realidad de sus Sacramentos.
Con cariño,

Tu papi.
ciberpastoral@gmail.com

sábado, 19 de junio de 2010

CONTENIDO


CARTA

  1. INTRODUCCIÓN (CATEQUESIS)


  2. DE LA CREACIÓN A LA RESURRECCIÓN


  3. TRADICIONES ANTES DEL ESCRITO.


  4. NUESTRO LIBRO SAGRADO.


  5. LA FORMACIÓN DEL EVANGELIO.


  6. DE JESÚS A JESUCRISTO.


  7. LOS SACRAMENTOS.


  8. BAUTISMO


  9. EUCARISTÍA


  10. RECONCILIACIÓN PENITENCIAL

  11. Estimados amigos invitados a visitar: www.avmradio.org recuerde que en link de colaboradores de la sección de programación religiosa tengo también audios de crecimiento humano y espiritual.


departamentos

Jorge Rodríguez - CUANTO VALE UN MILAGRO
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CARTA RJ




Mi querido RJ:
Hace 36 años que hice mi Primera Comunión, fue un 26 de mayo de 1974 fue una fecha muy feliz para mí porque mis abuelos eran muy creyentes y tenían en un gran valor la Eucaristía, por eso, mi abuelo mientras pudo caminar todos los domingos caminaba dos horas y media desde la vereda hasta Providencia para participar de la Santa Misa. Puntualmente llevaba las primicias del maíz y otros productos al Párroco y en cada cosecha era infaltable el diezmo. Cuando ya sus fuerzas no le daban para caminar tanto montaba en su caballo e iba a su compromiso sagrado de los domingos.


Semana Santa era un tiempo muy respetado, porque en casa se leía bastante el evangelio y otros pasajes bíblicos a veces personalmente, a veces para toda la familia. Y durante el Triduo Pascual íbamos en familia a Samaniego y participábamos de las celebraciones principales y de las procesiones.

Volviendo a mi recuerdo de la Primera Comunión mi mamá me preparó en casa y después la profesora de la escuela donde estudiaba nos dio la catequesis. Mis compañeros y yo nos preparamos con todo entusiasmo; el P. José Felix Yela Mejía, que era el párroco de Providencia en ese entonces vino a examinarnos. Llegó montado un bonito caballo bayo. También, nos dio mucha confianza y ánimo.

Hubo una celebración especial para nuestra confesión, la verdad que teníamos un poco de miedo porque pensábamos que desde el día sábado nos fuimos para Samaniego con algunos de nuestros compañeros subimos al monumento a María Santísima que existe en donde muere la colina y comienza el casco urbano de Samaniego en el antiguo camino de herradura que de esta población conducía a la ciudad de Túquerres y que cruzaba entre otras las veredas de Monteblanco y Maranguay.

Muchos familiares y amigos vinieron a casa para estar un rato en familia. El fotógrafo del pueblo, que era amigo de mi mamá, me regaló un cuento muy colorido que leí y releí muchas veces se trata de "La Lámpara de Aladino". Mis tíos maternos y mi mamá me hicieron tomar algunas fotos.


Ahora que tu comienzas tu preparación inmediata a la Primera Reconciliación Penitencial y a la Primera Comunión quiero que lo hagas con cariño y consciente de la tradición de tus antepasados paternos y maternos que han sido unos fervientes seguidores de las enseñanzas del Señor Jesús en su Iglesia Católica. Se un católico convencido sin ser fanático, conociendo muy bien la identidad de tu Iglesia, pero sobre todo considerando muy profundamente el regalo que Dios te otorga por la mediación de Jesucristo y realizada por la palabra y el gesto celebrativo de la Comunidad Cristiana.


En este sentido el papa Juan Pablo II, de feliz memoria enseña: «El primer principio es la actualización del Misterio pascual de Cristo en la liturgia de la Iglesia, porque «del costado de Cristo dormido en la Cruz nació el sacramento admirable de la Iglesia entera». Toda la vida litúrgica gira en torno al sacrificio eucarístico y a los demás sacramentos, por los que llegamos a la fuente misma de la salvación (cf. Is 12, 3). Debemos, por tanto, ser muy conscientes de que por el «misterio pascual de Cristo, hemos sido sepultados con él en la muerte, para resucitar con el a una vida nueva». Cuando los fieles participan en la Eucaristía han de comprender verdaderamente que «cada vez que se celebra el memorial de la muerte del Señor, se realiza la obra de nuestra Redención» y a tal fin los Pastores deben formarlos con empeño constante para celebrar cada domingo la obra maravillosa que Cristo ha llevado a cabo en el misterio de su Pascua, para que, a su vez, lo anuncien al mundo. En el corazón de todos pastores y fieles la noche pascual debe volver a tener su importancia única, hasta el punto de ser verdaderamente la fiesta de las fiestas en el año litúrgico. Ya que la muerte de Cristo en la Cruz y su resurrección constituyen el centro de la vida diaria de la Iglesia. Y la prenda de su Pascua eterna, la Liturgia tiene como primera función conducirnos constantemente a través del camino pascual inaugurado por Cristo, en el cual se acepta morir para entrar en la vida.» (En el XXV aniversario de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia Nº 6).


Querido hijo que mi bendición y mi oración te acompañen siempre.
Paternalmente, Jorge.




Contenido
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CATEQUESIS

Este término no aparece en el Nuevo Testamento, que conoce sin embargo el verbo katechein, literalmente «resonar, hacer eco». Este primer significado etimológico hace comprender que la catequesis es como la resonancia de una palabra ya dicha, la de Dios. El verbo tiene también el significado de instruir de enseñar de viva voz, de contar (cf. 1cor 14,9; Gál 6,6). Es una acción eclesial que entra en el ministerio más amplio de la Palabra de Dios. Aquí es posible distinguir un primer momento de anuncio, expresado por verbos como krazein (gritar), kervssein (anunciar pregonar), euallgelizein (evangelizar): martvrein (atestiguar), y un segundo momento de explicitación y de profundización en el que es posible captar la función propia de la catequesis.

En la época posapostólica y patrística la catequesis adquiere el significado fundamental de instrucción básica en la fe dentro del contexto de la institución del catecumenado. Son muy conocidas las catequesis de san Cirilo de Jerusalén (348). Otras homilías catequéticas son las de Teodoro de Mopsuestia y san Ambrosio. La caída del catecumenado en el s. y llevó sin embargo a la desaparición del término «catequesis». Pero le sustituvó el término catechismus. En el s. XIX nace y se desarrolla en la Iglesia católica un amplio movimiento de renovación de la obra catequística y es en este contexto donde reaparece el antiguo término de catequesis, como signo de un retorno a la riqueza de la época de los orígenes y de la superación de una concepción eminentemente intelectualista y nocionista de la obra catequística.

Para una definición más concreta de la catequesis tienen una autoridad particular las indicaciones presentes en los documentos más recientes del Magisterio de la Iglesia. El concilio Vaticano II habla de una catechetica institutio, «cuyo fin es que la fe, ilustrada por la doctrina, se torne viva, explícita y activa tanto entre los niños y adolescentes como entre los jóvenes y también los adultos» (CD 14). Pablo VI habló de la catequesis como de «un camino que hay que tener en cuenta en la evangelización» (EN 44). Esta indicación ha sido recogida por Juan Pablo II, que, en la Catechesi tradendae ( 1979), afirma que la catequesis es uno de los momentos más importantes de todo el proceso de evangelización. Inmediatamente después se afirma que «la índole específica de la catequesis, distinta del primer anuncio del Evangelio, que suscitó la conversión, tiende al doble objetivo de hacer que madure la fe inicial y de educar al verdadero discípulo de Cristo mediante un conocimiento más profundo y sistemático de la persona y del mensaje de nuestro Señor Jesucristo». A la maduración en la fe de las comunidades y de los cristianos en particular se refiere también el Directorio catequístico general, preparado por la Congregación para el clero y - publicado en 1971.

Recogiendo sintéticamente los diversos elementos, podríamos decir: «Se entiende por catequesis una acción de evangelización de los cristianos. una acción de la comunidad eclesial, una acción de la Iglesia que acompaña a toda la vida y que está siempre en relación con la situación concreta de los hombres, por medio de la cual sus miembros se capacitan para comprender, celebrar y vivir el mensaje evangélico, y para participar activamente en la realización de esta comunidad y en la propagación del evangelio. Se entiende la catequesis como camino al conocimiento de la fe y como iniciación en el seguimiento de - Cristo.
Tiene que estimular una conciencia crítica, para que los cristianos sepan colaborar en la renovación de la Iglesia y en la transformación de la sociedad en sentido evangélico. Así pues, la catequesis se presenta como "un acto de educación en una fe madura" (A. Exeler). Entre los documentos del episcopado italiano debe señalarse La renovación de la catequesis, promulgado el 2 de febrero de 1970 como documento pastoral de su magisterio, sobre la catequesis y la recopilación de los nuevos catecismos. La Asamblea plenaria de la Conferencia episcopal española de febrero de 1976 se dedicó a fondo al tema del Catecismo para preadolescentes, y en el mes de junio de 1976 se aprobó un Manual del educador para catequistas; en 1979 se publicaron también unas Orientaciones pastorales sobre la enseñanza religiosa escolar.
M. Semeraro
(Bibl.: Catequesis. en DP, 145-168; 5. Movilla, Catequesis, en CFP, 120-141; G. Groppo, Feologia y catequesis, en DTI, 1, 94- 109. )

La Catechesi Tradendae enseña:

LA CATEQUESIS ha sido siempre considerada por la Iglesia como una de sus tareas primordiales, ya que Cristo resucitado, antes de volver al Padre, dio a los Apóstoles esta última consigna: hacer discípulos a todas las gentes, enseñándoles a observar todo lo que El había mandado1. El les confiaba de este modo la misión y el poder de anunciar a los hombres lo que ellos mismos habían oído, visto con sus ojos, contemplado y palpado con sus manos, acerca del Verbo de vida2. Al mismo tiempo les confiaba la misión y el poder de explicar con autoridad lo que El les había enseñado, sus palabras y sus actos, sus signos y sus mandamientos. Y les daba el Espíritu para cumplir esta misión.Muy pronto se llamó catequesis al conjunto de esfuerzos realizados por la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios, a fin de que, mediante la fe, ellos tengan la vida en su nombre3, para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo. La Iglesia no ha dejado de dedicar sus energías a esa tarea.

La IV Asamblea general del Sínodo de los Obispos ha insistido mucho en el cristocentrismo de toda catequesis auténtica. Podemos señalar aquí los dos significados de la palabra que ni se oponen ni se excluyen, sino que más bien se relacionan y se complementan.

Hay que subrayar, en primer lugar, que en el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jesús de Nazaret, «Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad»9, que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros. Jesús es «el Camino, la Verdad y la Vida»10, y la vida cristiana consiste en seguir a Cristo, en la «sequela Christi».

El objeto esencial y primordial de la catequesis es, empleando una expresión muy familiar a San Pablo y a la teología contemporánea, «el Misterio de Cristo». Catequizar es, en cierto modo, llevar a uno a escrutar ese Misterio en toda su dimensión: «Iluminar a todos acerca de la dispensación del misterio... comprender, en unión con todos los santos, cuál es la anchura, la largura, la altura y la profundidad y conocer la caridad de Cristo, que supera toda ciencia, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios»11. Se trata por lo tanto de descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios que se realiza en El. Se trata de procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signos realizados por El mismo, pues ellos encierran y manifiestan a la vez su Misterio. En este sentido, el fin definitivo de la catequesis es poner a uno no sólo en contacto sino en comunión, en intimidad con Jesucristo: sólo El puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad.

Transmitir la doctrina de Cristo
En la catequesis, el cristocentrismo significa también que, a través de ella se transmite no la propia doctrina o la de otro maestro, sino la enseñanza de Jesucristo, la Verdad que El comunica o, más exactamente, la Verdad que El es12. Así pues hay que decir que en la catequesis lo que se enseña es a Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios y todo lo demás en referencia a El; el único que enseña es Cristo, y cualquier otro lo hace en la medida en que es porta voz suyo, permitiendo que Cristo enseñe por su boca. La constante preocupación de todo catequista, cualquiera que sea su responsabilidad en la Iglesia, debe ser la de comunicar, a través de su enseñanza y su comportamiento, la doctrina y la vida de Jesús. No tratará de fijar en sí mismo, en sus opiniones y actitudes personales, la atención y la adhesión de aquel a quien catequiza; no tratará de inculcar sus opiniones y opciones personales como si éstas expresaran la doctrina y las lecciones de vida de Cristo.
Todo catequista debería poder aplicarse a sí mismo la misteriosa frase de Jesús: «Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado». Es lo que hace san Pablo al tratar una cuestión de primordial importancia: «Yo he recibido del Señor lo que os he transmitido». ¡Qué contacto asiduo con la Palabra de Dios transmitida por el Magisterio de la Iglesia, qué familiaridad profunda con Cristo y con el Padre, qué espíritu de oración, qué despego de sí mismo ha de tener el catequista para poder decir: «Mi doctrina no es mía»!

Cristo que enseñaEsta doctrina no es un cúmulo de verdades abstractas, es la comunicación del Misterio vivo de Dios. La calidad de Aquel que enseña en el Evangelio y la naturaleza de su enseñanza superan en todo a las de los «maestros» en Israel, merced a la unión única existente entre lo que El dice, hace y lo que es. Es evidente que los Evangelios indican claramente los momentos en que Jesús enseña, «Jesús hizo y enseñó»: en estos dos verbos que introducen al libro de los Hechos, san Lucas une y distingue a la vez dos dimensiones en la misión de Cristo.Jesús enseñó. Este es el testimonio que El da de sí mismo: «Todos los días me sentaba en el Templo a enseñar»16. Esta es la observación llena de admiración que hacen los evangelistas, maravillados de verlo enseñando en todo tiempo y lugar, y de una forma y con una autoridad desconocidas hasta entonces: «De nuevo se fueron reuniendo junto a El las multitudes y de nuevo, según su costumbre, les enseñaba»17; «y se asombraban de su enseñanza, pues enseñaba como quien tiene autoridad»18. Eso mismo hacen notar sus enemigos, aunque sólo sea para acusarlo y buscar un pretexto para condenarlo. «Subleva al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde empezó, hasta aquí»» (Nºs 1,5-7).
Es importante también saber ¿Qué es un CATECISMO?

CATECISMO



El Papa de la Sonrisa, así lo llamaron a Juan Pablo I, que por cierto solo dirigió a la Iglesia por un mes, enseña: “La palabra Catecismo es la palabra griega que significa «Hablar o enseñar en voz alta o desde lo alto». Hoy se emplea en tres sentidos: Enseñanza a viva voz de la religión, libro que contiene la verdad religiosa en forma sencilla y llana y la verdad misma contenida en el libro” (Card. Albino Luciani: Nociones de Catequesis).

“Un catecismo debe presentar fiel y orgánicamente la enseñanza de la Sagrada Escritura, de la Tradición viva en la Iglesia y del Magisterio auténtico, así como la herencia espiritual de los Padres, de los santos y santas de la Iglesia, para permitir conocer mejor el misterio cristiano y reavivar la fe del Pueblo de Dios. Debe tener en cuenta las explicitaciones de la doctrina que el Espíritu Santo ha sugerido a la Iglesia a lo largo de los siglos. Es preciso también que ayude a iluminar con la luz de la fe las situaciones nuevas y los problemas que en el pasado aún no se habían planteado”
Todo catecismo debe hacer alusión a nuestro libro sagrado la Biblia más adelante hablaremos un poco de ella.

El evangelio de san Juan termina diciendo: “Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran” (Jn 21.25). Hay otras cosas y otros aspectos que no están en el Nuevo Testamento pero que la memoria de la Iglesia ha conservado y es lo que llamamos TRADICIÓN. Que es la primera enseñanza de la Iglesia, de sus primeros pensadores y que la Iglesia llama los Santos Padres.

La Iglesia guiada o mejor asistida por el Espíritu Santo va orientando, corrigiendo y enseñando lo verdadero de nuestra fe a eso es lo que se llama EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA, la enseñanza oficial de la Iglesia Católica y contenida en diversos documentos, como por ejemplo, El Concilio Vaticano II o el Catecismo de La Iglesia que hemos citado anteriormente.
Todo Catecismo tiene “cuatro partes: el Credo; la Sagrada Liturgia, con los sacramentos en primer plano; el obrar cristiano, expuesto a partir de los mandamientos, y, finalmente, la oración cristiana.”

"La catequesis está unida íntimamente a toda la vida de la Iglesia. No sólo la extensión geográfica y el aumento numérico de la Iglesia, sino también y más aún su crecimiento interior, su correspondencia con el designio de Dios dependen esencialmente de ella".
Catequesis
CONTENIDO

DE LA CREACIÓN A LA RESURRECCIÓN


La creación y la resurrección son los dos polos fundamentales de nuestra fe. Los polos de la esfera se colocan en puntos opuestos, pero, hacen parte y están íntimamente unidos para conformar lo que llamamos esfera. Figurativamente hablando la fe cristiana tiene estos dos polos: la Creación y la resurrección.


CREACIÓN: Todo ser humano se pregunta por su origen, es decir, de dónde viene, de dónde procede. A esta pregunta se puede responder desde diversos puntos de vista: La ciencia ha desarrollado diversas teorías para explicar el origen de la vida. La filosofía que con su anhelo de totalidad ha intentado explicar este asunto racionalmente. Cada creencia tiene una explicación sobre el origen primordial del ser humano colocándolo en las manos de la divinidad.

Enseñados por la Palabra de Dios nuestra creencia también tiene una explicación razonable sobre este asunto dejando en claro que esta respuesta se hace con base en la fe cristiana como es lo lógico.

El Diccionario Teológico explica: “La fe bíblica en el Dios creador constituye una respuesta a la pregunta sobre el origen, el sentido y el fin del hombre, de las criaturas y de la historia. Al profundizar en la creación, el Antiguo Testamento concede una gran importancia a la experiencia de la salvación que Dios ha llevado a cabo en favor de Israel. El que liberó a sus elegidos es el único poseedor de aquella riqueza de vida que es causa y origen de todas las cosas. Para manifestar esta verdad, el libro del Génesis recurre a dos narraciones o « historias primordiales»: la yahvista (s. x a.C.) y la sacerdotal (época del destierro o algo posterior a ella), con que se presenta la identidad esencial del hombre, del cosmos, de las mutuas relaciones y de los respectivos vínculos con Dios. De aquí surgen algunas verdades que constituyen una parte integrante de la visión teológica y antropológica de Israel: todo procede de la acción poderosa y benévola de Dios; todo lo que está Dicho por Dios es naturalmente bueno; el hombre es una criatura que posee una doble dimensión, corporal y espiritual; es imagen de Dios; es sujeto capaz de ejercer responsabilidades, tanto respecto a Dios como respecto a lo creado; el ser humano es, por voluntad divina, varón y mujer; por eso, la duplicidad sexual no es motivo de división, sino de encuentro, de diálogo y de fecundidad; el pecado no es un elemento necesario del proyecto creador de Dios, sino que ha entrado en la historia, con todas sus consecuencias negativas, debido a un mal uso de la libertad por parte del hombre; la reacción divina al pecado del hombre no es la venganza, sino una promesa gratuita de liberación. Estas verdades, bajo otra forma y en otros contextos, están también presentes en los otros escritos veterotestamentarios.

El Nuevo Testamento no se limita a heredar este patrimonio, sino que lo reinterpreta a la luz de la persona y de la misión de Jesucristo; los autores sagrados señalan el lugar que él ocupa respecto a la creación, presentándolo como mediador, como modelo a cuya imagen ha sido creado el hombre y - como meta de llegada de la historia y - de todo lo creado. La adopción de la perspectiva cristológica provoca además la explosión de la " coraza' monoteísta en que estaba encerrada la interpretación veterotestamentaria de la creación; aun dentro de la fidelidad y continuidad substancial con la fe de Israel, la comunidad cristiana concibe la obra de la creación, así como los otros aspectos de la existencia, a la luz de la realidad trinitaria de Dios.

En los primeros siglos de su existencia, la Iglesia está llamada a realizar el trasplante de la novedad bíblica al área cultural griega, preocupándose de acoger las intuiciones positivas del pensamiento helenista y de superar los dos peligros conceptuales en que se podía incurrir al reflexionar sobre la creación: el dualista, que considera a las criaturas mundanas como el fruto de un principio negativo, que se contrapone a un principio bueno; y el monismo, que pierde de vista la diferencia cualitativa existente entre el Creador y las criaturas. Contra estas dos perspectivas inconciliables con el dato bíblico, los santos Padres reafirman que todo proviene de la bondad y de la libertad del único Dios, que es el Omnipotente, que sin cambiar y sin disolverse en el mundo puede suscitar de la nada otros seres existentes, tanto espirituales como materiales, que llevan dentro de sí una bondad connatural y que son ontológicamente distintos de él. Debido a cierta desviación de la perspectiva bíblica (que es de tipo histórico-salvífico) y al uso de la perspectiva filosófica, la teología de la creación a partir de los Padres se movió sobre todo en un registro racional, que la hará parecer muy alejada del país de Canaán. La teología y el Magisterio seguirán durante siglos esta característica, recordando cuando era preciso diversos aspectos de la fe bíblica en la creación contra las diversas falsas interpretaciones del patrimonio revelado.

En nuestros días se advierte la necesidad de revalorar la perspectiva trinitaria en la reflexión creyente sobre la creación. El Dios trinitario es ante todo origen de las criaturas: todo proviene del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que en una comunión perfectísima dan la vida a todos los seres y son la única causa de todo efecto creado, la creación es el acto fecundo de un amor que «marca» de manera positiva a cada ser: toda criatura, por el hecho de existir, es buena y por eso mismo amable.

A la luz de la Trinidad, la existencia de las criaturas se presenta como una especie de reflejo de la vida intradivina, que se caracteriza por ser un continuo "dejar sitio, al otro, una eterna oblatividad: el Padre "deja sitio, al verbo y los Dos "dejan sitio, al Espíritu; la creación es el acto gracias al cual los Tres hacen nacer a los existentes contingentes, admitiéndolos gratuitamente a entrar en relación consigo e incluso - en el caso de las criaturas humanas - a participar de su propia vida ( gracia).

Puesto que todo tiene su origen en el poder y - en la bondad de los Tres, todo lleva dentro de sí un reflejo del amor trinitario creador; y todo existente es por sí mismo un "reenvío" o "remite" al amor del Padre, como fruto gratuito del mismo (creación de la nada); toda criatura lleva en sí misma una huella filial, es decir, de acogida y de apertura al otro y que lleva en sí una aptitud para la comunión y para el encuentro, caracterizándose estructuralmente como ser-en-relación.

Finalmente, para concebir correctamente la creación, no se puede prescindir de la escatología o nueva creación. El Dios trino es también el fin de la creación y esta última es una realidad "abierta», tanto en el sentido de que todo está en camino y evoluciona hacia una realización de Si mismo cada vez más plena, como en el sentido de que el hombre, la historia y - el mundo están orientados hacia un cumplimiento y una patria que Dios mismo garantiza (cf. 1 Cor 15,28: Dios todo en todos) y que ha tenido ya su anticipación luminosa y consoladora en el amanecer de la Pascua. Es el espíritu el que lo guía todo y a todos en este éxodo. Él habita en el mundo y actúa para que se realice el proyecto del Padre; actúa a fin de provocar la llegada de "los cielos nuevos y la tierra nueva». Está empeñado en conseguir que la creación conozca su cumplimiento en el "sábado sin fin' prometido por el Creador, un día al que no sigue la noche, el punto de reposo de la historia, la hora de "estar en casa' después de la nostalgia y del destierro, el momento en el que todo y todos vivirán la condición pascual dé un gozo sin sombras, de una paz sin tensiones, de un amor sin límites (G. M. Salvato)”.

El Concilio Vaticano II afirma a este respecto: "La Biblia nos enseña que el hombre ha sido creado "a imagen de Dios", con capacidad para conocer y amar a su Creador, y que por Dios ha sido constituido señor de la entera creación visible para gobernarla y usarla glorificando a Dios. ¿Qué es el hombre para que tú te acuerdes de él? ¿O el hijo del hombre para que te cuides de él? Apenas lo has hecho inferior a los ángeles al coronarlo de gloria y esplendor. Tú lo pusiste sobre la obra de tus manos. Todo fue puesto por tí debajo de sus pies (Ps 8, 5-7). Pero Dios no creó al hombre en solitario. Desde el principio los hizo hombre y mujer (gen l,27). Esta sociedad de hombre y mujer es la expresión primera de la comunión de personas humanas. El hombre es, en efecto, por su íntima naturaleza, un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás. Dios, pues, nos dice también la Biblia, miró cuanto había hecho, y lo juzgó muy bueno (Gen 1,31)" (G.S 12).


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TAREA: Leer los dos primeros capítulos del Génesis. Comparar el capítulo 1 con el 2 (Se trata de buscar semejanzas y diferencias).


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RESURRECCIÓN


Lo primero que los Apóstoles enseñaron es lo que se llama el Kerigma Apostólico o Primer Anuncio y que se constituye en el corazón de la fe cristiana: la Pasión, Muerte y Resurrección como acontecimiento de salvación. Un modelo lo constituye lo que San Pablo le recuerda a la comunidad de Corinto: "Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes, por el cual también sois salvados, si lo guardáis tal como os lo prediqué... Si no, ¡habríais creído en vano! Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles. Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo" (1Co 15.1-6).


El Catecismo enseña: "El Misterio pascual de la Cruz y de la Resurrección de Cristo está en el centro de la Buena Nueva que los apóstoles, y la Iglesia a continuación de ellos, deben anunciar al mundo. El designio salvador de Dios se ha cumplido de "una vez por todas" por la muerte redentora de su Hijo Jesucristo" (Cat No 511).


Por su parte el Diccionario al referirse a la resurrección de Jesús presenta el siguiente articulo: «La credibilidad de la revelación cristiana encuentra su punto de apoyo en el acontecimiento de la resurrección de Jesús crucificado. Si este punto resiste, resiste la fe; si cae la resurrección, todo resulta superfluo. La primera afirmación de la resurrección es el texto de 1 Cor 15,3-5. Este texto es la profesión de fe más antigua: se remonta a los años 35-40 y constituye uno de los testimonios mas arcaicos.


Pablo, según el lenguaje técnico de los rabinos, «transmite» lo que «recibió», no produce nada propio ni da interpretación alguna; su tarea consiste sólo en transmitir con fidelidad. La profesión de fe pone por escrito lo que va había sido experiencia histórica de algunos testigos, los Doce y las mujeres, que habían visto resucitado a Jesús, el crucificado. Sin embargo, la fe en la resurrección no nació el día mismo de Pascua; fue madurando en el corazón y en la mente de los discípulos por la predicación misma de Jesús, que en varias ocasiones había puesto su resurrección como señal última y definitiva del amor fiel que le tenía el Padre (Mc 9,31). La Pascua hizo explícito y evidente que la predicación de Jesús sobre el Reino de Dios encarnado en su persona de Hijo, sobre su mesianismo y sobre la salvación a través de la muerte, era ciertamente Palabra de Dios dirigida a la humanidad.


La resurrección imprimió la definitividad y la certeza de la fe que ellos habían tenido en su persona, a pesar de que, ante el carácter enigmático de su predicación y sobre todo ante los acontecimientos de su pasión y de su muerte, habían reaccionado con el temor, la duda y la huida- En la profesión de fe pascual se encuentran sintetizados todos los elementos constitutivos de este acontecimiento salvífico, a saber:1. La concreción de la muerte de Jesús. La crucifixión era una de las muertes más violentas y dolorosas de la antigüedad-«la mas infame de las muertes », escribió Flavio Josefo-. para el mundo judío representaba, además, el signo de la maldición de Dios. La muerte de Jesús no fue una muerte aparente al contrario, fue una muerte real y verdadera, confirmada por la apertura del costado, con la que la autoridad verificaba la realidad de la muerte de un condenado, que no hubiera muerto antes de romperle los huesos de las piernas, para evitar que siguiera respirando.2. Jesús fue sepultado. Según la ley judía, ningún crucificado habría podido yacer en una tumba familiar, porque se le consideraba impuro según la ley (Dt 21,22), esto explica el « sepulcro nuevo" donde fue puesto el cadáver. Hay que señalar, además, que su sepultura se hizo aprisa por dos motivos: el primero, en conformidad con los textos sagrados, porque estaba cerca la fiesta de la Pascua; el segundo, porque la ley romana prohibía estrictamente las lamentaciones fúnebres en el caso de los condenados a muerte.3. La resurrección fue un acto único del Padre.


El texto de 1 Cor 15,3 utiliza el verbo eghéghertai en perfecto con un significado pasivo, lo cual indica al menos dos cosas: a) que la acción que se cumple es obra del Padre, por lo que el texto diría: «Dios lo ha resucitado». b) a diferencia de la muerte y de la sepultura, donde se usa el tiempo aoristo, que indica una acción cumplida y terminada en el tiempo, aquí el perfecto expresa la continuidad de una acción: en una palabra, aquí no es que Jesús «vuelva a vivir» de la misma manera que Lázaro (Jn 12,1) o que la hija de Jairo (Mt 9,25), sino que para él la vida es ahora una acción permanente que y a no tendrá fin.4. La aparición. La profesión de fe afirma como último elemento que Jesús «fue visto», «se dejó ver» por Pedro y luego por los Once: ¿cómo debe interpretarse esta aparición2 Ciertamente, no fue ni una ilusión personal o colectiva ni una experiencia mística. No es posible exigir a los textos lo que no quieren decirlo en este caso, los autores sagrados no hablan de la naturaleza del contenido de las apariciones del resucitado, sino del hecho de que vieron resucitado a Jesús, el que había muerto crucificado. Las apariciones son una mediación de la resurrección, mediante las cuales nos vemos invitados, una vez más, a dar fe a unos testigos que afirman un hecho tan grande y envuelto en el misterio, por el que estuvieron dispuestos a padecer incluso el martirio.


La resurrección, de suyo, no tiene necesidad de «pruebas». Provoca a la fe y exige una respuesta de fe sin embargo, hay hechos que atestiguan la verdad del relato de los testigos. Ya hemos hablado de las apariciones y del sepulcro vacío hay que recordar-además algo que confirma la verdad del hecho pascual: el cambio de vida de los discípulos.


Hay un hecho cierto : esas personas tuvieron una experiencia totalmente particular que los llevó a renunciar a todo por atestiguar el hecho de que Jesús había vuelto realmente a la vida y de que ellos lo habían visto. Un testimonio como éste, rubricado por el martirio, no puede carecer de significado. Pablo está también tan convencido de él que se juega toda la vida, su conversión radical, su misión de apóstol y su predicación precisamente por este acontecimiento: «Si Cristo no ha resucitado, es vana nuestra fe y es inútil nuestra predicación» ( 1 Cor 1 5,14).


La resurrección de Jesús transformó su cuerpo mortal en un cuerpo «espiritual» lo que Pablo quiere decir con esta afirmación es que la resurrección de Cristo - y la nuestra en él- es principio de una vida plenamente nueva, pero que no excluye la que vivimos ahora. El cuerpo actual vive bajo el principio de la materialidad; el de la resurrección estará bajo el principio de la espiritualidad. Si ahora vemos nuestro espíritu actuando, pero limitado en gran parte por la materialidad, en la resurrección el principio fundamental será el del espíritu no limitado por la materialidad. Pero es evidente que el lenguaje humano no es capaz de expresar la verdad de este acontecimiento más que recurriendo al símbolo y al arte como expresión que más se acerca a la realidad espiritual y mistérica.


Así pues, la resurrección se convierte en una provocación a dar sentido a la vida lo afirma el apóstol sin ambages: si Cristo no ha resucitado, dediquémonos a comer y a beber, porque luego moriremos (1 Cor 15,32), es decir, dejemos toda esperanza, ya que no queda más que la tristeza de la certeza de la muerte. Al contrario, la resurrección da fuerzas para seguir adelante, para saber que el pecado y la muerte ya han sido vencidos una vez por todas y que ya desde ahora nosotros, aunque marcados por la finitud y por la certeza de morir, tenemos y a los signos de la resurrección. Esta esperanza en la resurrección se nos dio ya el día del bautismo para que no vivamos esta vida en la tristeza y en la angustia de no saber nada sobre el futuro, sino que tengamos ya en nosotros una vida divina que es capaz de transformar el presente. R. Fisichella».
Tarea: Con tus palabras explica que entendiste de la Resurrección de Jesús (Ojo no se trata de un resumen sino de que expreses con tus palabras las cosas que te llamaron la atención, que aprendiste de nuevo y de pronto qué no entendiste.



LAS TRADICIONES DE LA SAGRADA ESCRITURA


La mayoría de libros sagrados han surgido de la experiencia humana, de un líder, de unos seguidores que generalmente son quienes generan unas tradiciones que originalmente son orales y posteriormente se colocan por escrito.


La Biblia no es la excepción de este proceso y por eso tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento pasaron por este proceso. El Antiguo a partir de sus grandes experiencias de ser caminantes que se acercaron a la media luna fértil, la liberación de la esclavitud de Egipto, la travesía del desierto... El credo histórico de Israel es una muestra de las etapas por las cuales pasó el pueblo elegido lo puedes leer:
"Mi padre era...

En el Antiguo Testamento se conocen varias, por ejemplo, en el Pentateuco (5 primeros libros de la Biblia y que los judíos llaman La Torah: la ley) hay varias la Yahavista, la Elohista, la Deuteronomista y la Sacerdotal. (Si quieres ampliar este tema).


Por esta circunstancia hay dos relatos de la Creación uno de origen yahavista y otro de origen sacerdotal. Para nosotros el depósito de la fe va más allá del escrito por esto el Concilio Enseña: "Así, pues, la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin. Ya que la Sagrada Escritura es la palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la verdad la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad" (D.V 9).


La Tradición es aquello que los primeros cristianos enseñaron pero que no está contenida en la Biblia.


Tarea: Teniendo en cuenta el contenido de esta página determina:
Las fechas y las letras con las cuales se identifican las tradiciones del Pentateuco.
Según el Credo histórico de Israel: Cuáles son las etapas por las que pasó el pueblo elegido.


Paternalmente te invito a leer la DIDAJÉ